Hace unas semanas a raíz de una conversación y de escuchar una canción,
surgió el tema de “dar y recibir”, no lo desarrollé en ese momento pero a
partir de ahí estas dos sencillas palabras no salían de mi mente, hasta que
dediqué unos minutos a pensar en ellas y luego llegué a mi conclusión con un
ejemplo inesperado.
Siempre había pensado que en cuanto a importancia del significado de estas
dos palabras la mejor siempre es DAR, es más, recuerdo que desde pequeña en el
colegio, la Hna. María nos decía que “no hay mayor felicidad que dar”. En casa
Ma’ dice “el que da recibe” y hacía mucho énfasis en el dar más que en el
recibir. También, he crecido con el concepto de “dar sin esperar nada a
cambio”. Y si, si que me encanta dar, creo que a todos nos encanta dar, dar
besos, abrazos, algún presente, detalles, sonrisas, guiños, un buen día o un
buenas noches, dar las gracias, en fin, dar.
Pero, ¿y el recibir? esta segunda palabra a menudo menos valorada (por lo
menos para mí) resulta que es de igual importancia que la primera…
Hoy mientras almorzaba con la primita, ella me dijo que le habían ofrecido algo
(incluso alguien muy cercano) y que le resultaba difícil aceptarlo porque luego
se sentía comprometida en dar algo a
cambio a esa persona. Al igual que ella, muchos pensamos lo mismo cuando hemos
de recibir algo, incluso para recibir una simple caricia a veces decimos “¿que
tú quieres?”, sintiendo que el que ofrece busca algo detrás, y es que a veces
nos resulta incomodo recibir.
… Estaba equivocada…
Moraleja:
No solamente hay que aprender a dar, también hay que aprender a recibir,
porque cuando aprendemos a recibir, nos resulta más fácil dar, y es que se
complementan una con la otra. Recibir con gratitud hace que el individuo sepa
que lo valoramos y al expresar aprecio por lo recibido significa dejar que una
persona experimente la alegría de dar.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. Mateo 10, 7-13
Así que primita, léete esto y ya me dirás si nos veremos en
Diciembre!!!